| El comercio fue muy importante en el mundo árabe, que supo aprovechar la gran extensión territorial alcanzada para facilitar los intercambios internacionales.
La vitalidad del comercio se produjo tanto por mar como por tierra. Durante siglos, los musulmanes dominaron las rutas marítimas que atravesaban el mar Mediterráneo (especialmente en su parte occidental) y el océano Índico, con sus prolongaciones hacia el mar Rojo y el golfo Pérsico. El tráfico del Mediteráneo facilitó el desarrollo de sus ciudades: Alejandría, Palermo, Túnez, Bugía, Argel, Orán, Almería y la zona del Guadalquivir.
Las rutas caravaneras atravesaban el mundo musulmán de parte a parte. Por esas rutas circulaba el oro del Sudán, los esclavos negros y de otras razas, la seda, la pimienta y otras especias y las perlas del Extremo Oriente.

Las caravanas tenían un papel importante y no podrían entenderse sin los camellos.
Un camello de carga es capaz de transportar unos trescientos kilogramos de carga útil. Y una caravana bien organizada reúne entre 5.000 y 6.000 camellos, de forma que por su capacidad global de transporte equivale a un velero de carga muy capaz. Esa envergadura exige una organización bien medida: un jefe, unos dirigentes, unos reglamentos, unas etapas obligadas (con estaciones o centros de concentración: caravasares), etc. |
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